SEMINARIO DE BANCOS CENTRALES DEL EUROSISTEMAY DE LATINOAMÉRICA CELEBRADO EN MADRID LOSDÍAS 23 Y 24 DE MAYO DE 2002
En el marco de una iniciativa conjunta del Banco de España y del Banco Central Europeo (BCE), se ha celebrado hoy, en la sede del Banco de España en Madrid, un seminario, al más alto nivel, de bancos centrales del Eurosistema y de Latinoamérica. Se trata del primer seminario de este tipo en el que participan bancos centrales de ambas áreas y para el cual un grupo de expertos realizó los trabajos preparatorios en el curso de una reunión, organizada por el BCE y por el Banco de España, que tuvo lugar en la sede del BCE, en Francfort, los días 21 y 22 de marzo de 2002.
En el seminario participaron representantes al más alto nivel de bancos centrales latinoamericanos (Banco Central de la República Argentina, Banco Central de Bolivia, Banco Central do Brasil, Banco Central de Chile, Banco Central del Ecuador, Banco Central del Paraguay, Banco Central de Reserva del Perú, Banco Central del Uruguay, Banco Central de Venezuela, Banco de México y Banco de la República, Colombia) . El BCE y los bancos centrales del Eurosistema estuvieron representados, asimismo, a alto nivel. También participaron en el seminario representantes de foros regionales, entre los que figuran el Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisión Europea y el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos.
El seminario, que tiene por objeto reforzar el diálogo entre los bancos centrales del Eurosistema y de Latinoamérica e intercambiar opiniones sobre asuntos de interés común, se centrará en estos tres temas: integración regional en Latinoamérica y Europa, políticas monetaria y cambiaría y cuestiones relacionadas con el sector financiero.
Integración regional
En lo que respecta a la integración regional de América Latina, cabe destacar varios aspectos. En primer lugar, contrariamente al caso de la UE, no existe un modelo único de integración regional, sino al menos dos: un modelo Norte-Sur, con lazos estrechos con Estados Unidos, cuyo ejemplo fundamental es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), y un modelo Sur-Sur, cuyo exponente principal es, en estos momentos MERCOSUR. En segundo lugar, el impulso hacia la integración regional en América Latina parece haber disminuido en los últimos años, tras las crisis financieras en varios países de esta región. En tercer lugar, desde un punto de vista más estructural, se ha reconocido que la escasa integración comercial y financiera, así como el bajo nivel de sincronización de los ciclos económicos nacionales, proporcionan en América Latina menores incentivos para una mayor integración institucional, en comparación con Europa.
El proceso de integración europea se considera interesante para América Latina, aunque no directamente exportable, debido a que esta región no comparte por el momento una serie de características especiales: (i) sus motivaciones iniciales tuvieron, principalmente, un carácter político, (ii) se produjo en un área propicia para la integración económica, (iii) se benefició de unos fundamentos institucionales y jurídicos sólidos, incluida la transferencia de la soberanía al nivel supranacional en algunas áreas.
En cuanto al futuro de la integración regional en América Latina, se destacó que cualquier progreso adicional dependerá de unas condiciones macroeconómicas nacionales más estables y unos mejores resultados financieros, así como unos marcos institucionales y de política económica más fuertes. La participación en acuerdos comerciales multilaterales ayudará a impulsar los procesos nacionales de desarrollo institucional, a través de la adopción de normas y prácticas internacionalmente aceptadas. Es de esperar que una mayor liberalización económica en América Latina aumente la interdependencia regional y que, por lo tanto, proporcione las condiciones necesarias para una integración más estrecha, que puede ir incluso más allá de los acuerdos comerciales. Por último, se consideró que, como caso destacable de integración regional, la experiencia de la UE demuestra que los mecanismos de vigilancia regional multilateral pueden interaccionar positivamente con los avances nacionales en las políticas macroeconómicas orientadas hacia la estabilidad y fomentar las prácticas más idóneas en otras políticas económicas.
Políticas monetaria y cambiaria
En esta sesión, los participantes reflexionaron sobre la evolución de los regímenes cambíanos en América Latina y discutieron acerca de las posibles lecciones en materia de política cambiaría, teniendo en cuenta la experiencia de la UE. A lo largo de los años noventa, muchos países latinoamericanos realizaron progresos considerables en la estabilización de sus economías, mediante el uso de un régimen de tipo de cambio fijo o intermedio como ancla monetaria en la mayoría de ellos. Los desajustes en los flujos de capitales internacionales, que aumentaron en los años noventa, llevaron a la mayor parte de estos países a adoptar regímenes de tipo de cambio flotante con un objetivo de inflación, un cambio que se vio facilitado, en general, por la consecución de un entorno de baja inflación; unos pocos países optaron por la dolarización. Se reconoció que, en contraste con los países de la UE, los países latinoamericanos, enfrentados a problemas similares, no se plantearon reducir la volatilidad de los tipos de cambio intrarregionales, en buena medida porque lo dificultó la inestabilidad de la región.
De cara al futuro, se reconoció que la experiencia de la flotación, acompañada, en la mayoría de los casos, por objetivos explícitos de inflación, aunque corta, ha sido en gran medida positiva hasta el momento. En este sentido se han identificado tres retos para la política monetaria. En primer lugar, para garantizar la estabilidad macroeconómica, la política monetaria necesita el apoyo de políticas fiscales y estructurales saneadas. En segundo lugar, una política monetaria orientada a la estabilidad requiere el apoyo institucional de un banco central independiente, transparente y sometido al principio de rendición de cuentas. En tercer lugar, es preciso seguir con atención la evolución y expectativas de los tipos cambio, dada su propensión a la volatilidad y a los desajustes en el caso de las economías emergentes.
Finalmente, la experiencia de la UE sugiere que, sea cual sea el grado de cooperación cambiaría que una región como América Latina pueda perseguir, existen ventajas en tratar de alcanzar objetivos comunes en una serie de áreas. En concreto, el compromiso y la puesta en práctica de políticas saneadas en el ámbito del sistema financiero y en el de las políticas estructurales y fiscales, así como las reformas institucionales, puede reforzarse de diversas maneras, entre las cabe citar la definición de objetivos comunes, la adopción de las prácticas más idóneas, la presión del grupo para aplicar políticas difíciles, los mecanismos de seguimiento para facilitar ajustes oportunos en las políticas y, finalmente, un paraguas institucional de carácter regional, para evitar retrocesos en los avances que se vayan realizando en todos estos terrenos.
Sector financiero
Pese a las crisis financieras sufridas, los países de América Latina han logrado importantes avances en el desarrollo de sus respectivos sistemas financieros nacionales, sobre todo en la última década. El tamaño de los sistemas financieros se ha doblado en varios países, y su eficiencia en la intermediación de fondos ha mejorado considerablemente. Los sistemas bancarios de América Latina se han liberalizado y, en gran medida, privatizado, y están más abiertos ahora a la competencia exterior. Los mercados de capitales nacionales, especialmente, los de renta fija, han crecido con rapidez, y la proporción de fondos gestionados por instituciones ha aumentado significativamente en algunos países, principalmente como consecuencia de la reforma de los sistemas de pensiones. Las instituciones públicas, sobre todo los bancos centrales, han desempeñado un papel crucial en el desarrollo de los sistemas financieros, mediante la búsqueda de la estabilidad financiera y de precios. Este proceso es positivo de cara al crecimiento del ahorro privado nacional, que la región necesita para reducir su dependencia del capital exterior.
El aumento de la estabilidad y la solvencia del sistema financiero constituye un objetivo fundamental para los países de América Latina. En este sentido, la estabilidad macroeconómica es clave, ya que ambas van unidas a largo plazo. Para ello, es preciso mantener unos mecanismos de regulación y de supervisión sólidos, así como un entorno jurídico e institucional estable. Con el fin de reducir los elementos de vulnerabilidad, ha de potenciarse el empleo de instrumentos financieros denominados en moneda nacional. Por último, se ha de promover la reforma de las pensiones y otras fuentes de inversión institucional, a fin de generar la suficiente demanda para que crezcan los mercados de capitales nacionales.
En conclusión, el seminario de Madrid ha permitido constatar que hay muchos temas de interés común que justifican la continuación de un diálogo activo sobre políticas económicas. Se ha acordado explorar fórmulas para aumentar la cooperación entre los bancos centrales de las dos regiones y otros foros regionales, incluida la posibilidad de organizar reuniones similares en el futuro.
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